No hay regla. Donde empieza la Gestapo concluye lo humano, es decir, lo lógico. Setenta kilos de carne sangrando bajo el látigo de los torturadores no son del todo un hombre ni del todo una bestia. Es algo en camino de convertirse en un héroe o en un traidor. La metamorfosis final es imprevisible y sorprendente, a menudo incomprensible. No juzgaremos porque para tener el derecho de juzgar habría que haber entrado presonalmente en la jaula donde los hombres de Giering aguaradaban con sus cachiporas. A los que no hablaron, nuestra admiración y nuestro reconocimiento. A los otros, que sus camarados caídos por su causa los juzguen si así lo quieren...
Gilles Perrault - La Orquesta Roja.
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