Puedo pasar semanas y más semanas viviendo aterrorizado por culpa de la provlivida de esas chicas inclinadas al matrimonio a arrojarse a las vías del metro, pero no puedo, me es sencillamente imposible, no lo haré, eso de olbilgarme por contrato a dormir con una sola mujer durante el resto de mis días. Figúrese: suponga que voy y me caso con A, con sus dulces tetas, etcétera, ¿qué ocurrirá cuando aparezca B, que las tiene todavía mas dulces -o, en todo caso, más nuevas? O cuando aparezca C, que menea el culo de un modo especial, nunca por mí experimentado antes; o D, o E, o F. Estoy tratando de ser franco con usted, doctor, porque, tratándose de sexo, la imaginación humana se pone fácilmente en Z, y aún más allá. ¡Tetas y coños y piernas y labios y bocas y lenguas y ojetes del culo! ¿Cómo voy a renunciar a lo que aún no ha sido mío, dado que toda chica, por deliciosa y provocativa que alguna vez haya podido parecerme, acabará resultándome más familiar que una barra de pan, y eso no hay quien lo evite. ¿Por amor, tendría que renunciar? ¿Qué amor? ¿Es amor lo que une a todas esas parejas que conocemos, las que se toma la molestaia de unirse? ¿No será más bien la debilidad? ¿No serán mas bien la comodidad y la apatía y la culpa?
- Y a esto le llaman democracia -comenté. Miró hacia atrás y luego escupió y apoyó la mano sobre el marco de la ventanilla del coche. - Quizá usted no sea el único -dijo-. Conocí a un tipo que pertenecía al John Reed Club. Eso era en Boyle Heights. - Tovarich -contesté. - El problema de las revoluciones -filosofó- es que caen en malas manos. - De acuerdo -asentí. - Por otra parte -continuó-, ¿podría haberlas peores que las de los monigotes con billetes que viven aquí?
El mayor sueño del escritor consiste en convertir al lector en espectador; ¿lo consigue alguna vez? Los pálidos organismos de los héroes literarios que se alimentan bajo la supervisión del autor, se hinchan poco a poco con la sangre vital del lector, de modo que la genialidad del escritor consiste en otorgarles la facultad de adaptarse a esa -no muy apetitosa- comida y a medrar con ella, a veces durante siglos.
Ahora soy poeta y busco lo extraordinario para decirlo con palabras comunes y corrientes. ¿Tú crees que existen palabras comunes y corrientes? Yo creo que sí, decía Jim.
Carmody lanzó una maldición y sumó nerviosamente la bocina de su coche al coro de bocinas que, como un lamento y un reclamo, se elevaba en un amplio radio -apenas una descarga nerviosa por completo inútil, ya que no atudaba a desatascar la aglomeración y, por otra parte, el sistema nervioso era realimentado nuevamente en sus tensiones con una carga aun más potente, al comprobar que la situación seguía incambiada y al recibir la descarga agresiva de todos los otros conductores.
"(...) Are you sure you want to live like common people, you want to see whatever common people see, you want to sleep with common people, you want to sleep with common people, like me." But she didn't understand, she just smiled and held my hand.
El sueño administrativo de una república sin poetas seduce a los que pretender gobernar: sin poetas no oficiales, se entiende, porque los oficiales adscriben, naturalmente, a la estructura del poder y se identifican con ella. La literatura oficial no es iluminadora sino funcional y su interpretación del mundo es excedida y englobada por la administración que la protege. Ese ejército impreciso de escribas mesurados le es vital al poder ya que éste pretende ser, no únicamente totalitario, sino también totalizante.
Quien ha vivido y meditado Al mundo tiende a despreciar; Quien ha sufrido, su padado Con su visión lo ha de inquietar, Cual sierpe entonces le remuerde; Mejor que nadie lo recuerde; Por no causar una decepción. Todo eso a la conversación A veces le da impor encanto. Es como Evegueni me perturbaba Con la aspereza con que hablaba. Después me acostumbré un tanto A su donaire y su arte cruel De aslpicar bromas de hiel.
[Brian is writing graffiti on the palace wall. The Centurion catches him in the act] Centurion: What's this, then? "Romanes eunt domus"? People called Romanes, they go, the house? Brian: It says, "Romans go home. " Centurion: No it doesn't ! What's the latin for "Roman"? Come on, come on ! Brian: Er, "Romanus" ! Centurion: Vocative plural of "Romanus" is? Brian: Er, er, "Romani" ! Centurion: [Writes "Romani" over Brian's graffiti] "Eunt"? What is "eunt"? Conjugate the verb, "to go" ! Brian: Er, "Ire". Er, "eo", "is", "it", "imus", "itis", "eunt". Centurion: So, "eunt" is...? Brian: Third person plural present indicative, "they go". Centurion: But, "Romans, go home" is an order. So you must use...? [He twists Brian's ear] Brian: Aaagh ! The imperative ! Centurion: Which is...? Brian: Aaaagh ! Er, er, "i" ! Centurion: How many Romans? Brian: Aaaaagh ! Plural, plural, er, "ite" ! Centurion: [Writes "ite"] "Domus"? Nominative? "Go home" is motion towards, isn't it? Brian: Dative ! [the Centurion holds a sword to his throat] Brian: Aaagh ! Not the dative, not the dative ! Er, er, accusative, "Domum" ! Centurion: But "Domus" takes the locative, which is...? Brian: Er, "Domum" ! Centurion: [Writes "Domum"] Understand? Now, write it out a hundred times. Brian: Yes sir. Thank you, sir. Hail Caesar, sir. Centurion: Hail Caesar ! And if it's not done by sunrise, I'll cut your balls off.
Monty Pyton's Life of Brian. Director: Terry Jones.
Y no fue ella y no fue nadie porque él no cree en dar pistas. Sabe demasiado. Su trabajo lo ha convertido en un interrogador sutil y más de una vez se ha enfrentado a la parajoda de alguien que dice querer escribir su vida pero que no quiere hablar de ella. Son los más. Nadie quiere hablar sobre uno mismo porque uno sabe de lo que está hablando. Entonces paga para que lo haga otro, tener la oportunidad de leerse desde afuera y, con el tiempo, creer que todo eso lo escribieron ellos y nada más que ellos; que es la versión oficial e incontestable del asunto, es verdad. Es historia.
- ¡Qué despiadada puede ser la gente! -dije, y me aproximé a Olga-. ¿Es posible que tú, una mujer, puedas ver con indiferencia el sufrimiento de este animal? En vez de mirar sus estremecimentos deberías dar órdenes para que acaben de matarlo. - También otros sufren. ¿Por qué no habría de sufrir este animal? -me respondió Olga, encogiéndose de hombros, pero sin sostener mi mirada.
La Partida
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La novela, de título *La Partida*, era la historia de unos cinco días de
Gregorio Astley, un hombre de cuarenta años, viviendo de las regalías de su
prime...