sábado, 29 de agosto de 2009

VI. Imagen: Robert Walser


3 comentarios:

g. dijo...

Iba pensando en todo esto cuand, a mitad de la ascensión por la colina, tal vez porque habíamos comenzado a estar a un nivel alto sobre el amr, comenzó a nevar. Parecía como si un misterioso ser estuviera disponiendo esos efectos especiales para que yo quedara fascinado. Fuera, los silenciosos copos. Tal vez porque Walser había muerto sobre la nieve, yo siempre había imaginado el manicomio de Herisau roeado de prados y abetos verdes nevados.

Enrique Vila-Matas - Doctor Pasavento.

Entre haydos y abetos, subí por la ladera del Schochenderg hasta Rosenberg, donde contemplé las ruinas que hay en a cumbre y desde la que se disfrta de una una gran visita sobre las montañas de Alpstein. Traté de aspirar a pano pulmón el puro aire invernal y noté que me lfataba algo y no sabía qué era. Poco después, encontré un tiesto con unas flores secas en el lugar donde un de diciembre cayera muerto Robert Walser. Me sentí emocionado. Después de todo había llegado al centro exacto de mi mundo.

Enrique Vila-Matas - Doctor Pasavento.

Lauri me mandó la foto donde se ven las pisadas de Walser, esas que caminó a su lecho mortal y el cádaver del escritor. Las pisadas que fueron lo último que escribió, quizá.
Y hay algo fantastico en Walser. Vila-Matas reconoce que es una de las figuras que han sido un faro dentro de su escritura.
A mí me ha pasado que en el primer cumpleaños que fui a Laura, mi idea original era llevarle un libro de un escritor que para mí era ignoto llamado Walser. Pero no lo encontré ese sábado, y nunca se lo compré, le llevé algo de Kafka America.
Pero, con el tiempo, siempre el tiempo, Walser fue siendo algo que estuvo entre nosotros; es la figura del escritor que ambos queremos leer y no leímos.

Eso.

l dijo...

Las pisadas de una.
Las personas de la otra.
El sombrero.
La muerte misma.

Y yo que, ay.
Tanto (ísimo)

l dijo...

Te llenaré la cara de besos.
En 5, 4, 3...