jueves, 24 de febrero de 2011

CDLVII. Roth.

Puedo pasar semanas y más semanas viviendo aterrorizado por culpa de la provlivida de esas chicas inclinadas al matrimonio a arrojarse a las vías del metro, pero no puedo, me es sencillamente imposible, no lo haré, eso de olbilgarme por contrato a dormir con una sola mujer durante el resto de mis días. Figúrese: suponga que voy y me caso con A, con sus dulces tetas, etcétera, ¿qué ocurrirá cuando aparezca B, que las tiene todavía mas dulces -o, en todo caso, más nuevas? O cuando aparezca C, que menea el culo de un modo especial, nunca por mí experimentado antes; o D, o E, o F. Estoy tratando de ser franco con usted, doctor, porque, tratándose de sexo, la imaginación humana se pone fácilmente en Z, y aún más allá. ¡Tetas y coños y piernas y labios y bocas y lenguas y ojetes del culo! ¿Cómo voy a renunciar a lo que aún no ha sido mío, dado que toda chica, por deliciosa y provocativa que alguna vez haya podido parecerme, acabará resultándome más familiar que una barra de pan, y eso no hay quien lo evite. ¿Por amor, tendría que renunciar? ¿Qué amor? ¿Es amor lo que une a todas esas parejas que conocemos, las que se toma la molestaia de unirse? ¿No será más bien la debilidad? ¿No serán mas bien la comodidad y la apatía y la culpa?

Philip Roth - El Mal de Portnoy.

1 comentario:

g. dijo...

---
Portnoy, mal de.
---
Portnoy, lamento de.
---
Estilistícamente es un larguósimo monologo de Portnoy a su psicologo.
---
bueno, me acuerdo la novela bastante. Me gustó, aunque mi favorita de Roth sigue siendo Operación Shylock, tal vez por algo más sentimental.
---
Tenía cosas para decir sobre esta novela, pero ahora se me hizo agua la mente y todo se me escurrió a los pies.
---