martes, 9 de agosto de 2011

CDLXXXVI. Zamiátin.

Desde luego, esto no se parece en nada a las caóticas y desorganizadas elecciones de los antiguos, cuando (resulta redículo relatarlo) el resultado de las elecciones ni siquiera se conocía de antemano ¿Qué puede haber más disparatado que construir un Estado sobre la base de casualidades absolutamente impredecibles, esto es, a ciegas? Pues aun así, ha sido necesario que transcurrieran varios siglos para poder comprenderlo.
¿Sería entonces necesario explicarles que nosotros, en todas las esferas de nuestra vida, no tenemos sitio para casualidades y que es imposible que se produzcan sorpresas? Las mismas elecciones tienen un significado más bien simbólico: recordarnos que somos un único y poderoso organismo de millones de células; que somos, parafraseando a los Evangelios de los antiguos, una única Iglesia. Porque la Historia del Estado Ünico no conoce casos en que, durante este solemne día, alguna voz haya osado quebrar nuestro majestuoso unísono.

Evgueni Ivánovich Zamiátin - Nosotros.

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