AJEDREZ.
Porque éramos amigos y, a ratos, nos amábamos;
quizás para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.
Pusimos un tablero enfrente de nostros:
equitativo en piezas, en valores,
en posiblidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.
Henos aquí hace un siglo, sentados, meditando
encarnizadamente
cómo dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.
Rosario Castellanos - Meditaciones en el Umbral.
Carbonero.
-
Negro de cabeza a la cintura
El jean lleno de carbonilla
Se acerca al semi lleno de bultos
Apilados uno encima del otro
En una sucesión fínita de carbón.
Su ...
Hace 6 años
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