AJEDREZ.
Porque éramos amigos y, a ratos, nos amábamos;
quizás para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.
Pusimos un tablero enfrente de nostros:
equitativo en piezas, en valores,
en posiblidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.
Henos aquí hace un siglo, sentados, meditando
encarnizadamente
cómo dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.
Rosario Castellanos - Meditaciones en el Umbral.
La Partida
-
La novela, de título *La Partida*, era la historia de unos cinco días de
Gregorio Astley, un hombre de cuarenta años, viviendo de las regalías de su
prime...
Hace 9 años
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