A mis amigos soviéticos, la burocracia argentina les resultaba fácil. Hacían trámites larguísimos sin decir una sola palabra de queja ates, durante o después. Volodia incluso estaba muy cerca de obtener el pasaporte argentino. Tenían una habilidad increíble para encontrar las fisuras del sistema. Y no dudaban. Por ejemplo, si para conseguir la residencia se tenían que casar con alguien por civil, lo hacían. Comparados con el porteño tipo, que se indigna o se pone nervioso si tiene que pagar una cuenta de luz, eran increíbles. Desplegaban una paciencia y una convicción blindadas y completamente a prueba de la imbecilidad y la pereza del empleado público medio.
La Partida
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La novela, de título *La Partida*, era la historia de unos cinco días de
Gregorio Astley, un hombre de cuarenta años, viviendo de las regalías de su
prime...
Hace 9 años
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