lunes, 23 de febrero de 2009

CXI. Foucault.

En la escritura no se trata de la manifestación o de la exaltación del gesto de escribir, no se trata de prender a un sujeto con alfileres en un lenguaje, se trata de la abertura de un espacio en el que el sujeto que escribe no cesa de desaparecer


Michel Foucault

4 comentarios:

g. dijo...

Soy vacío.
En todo este tiempo creo que debería reescribir la historia de mi vida, porque me veo desaparecer. Me miro la mano y veo como ella se pierde en donde quiera que esté. Ando por las calles eternamente conocidas y noto que la gente me choca, me golpea, todas las personas van en la dirección contraria. Es como que casi yo no existo. Ellos no me ven. Y la prueba más difícil es pasar junto a espejo. En esos momentos por temor cierro los ojos y no miro, paso rápido por los lugares espejados.
Tengo miedo a no verme. Tengo miedo a ya ser el vacío. Tengo miedo a estar desapareciendo. Y de hecho, realmente sé que estoy desapareciendo. Yo ya no existo. No existo. Soy letras. No consta en ningún lado que yo soy.
Me he perdido en el mar de almas y no encuentro la mía. Tal vez anda perdida en busca de mi corazón que está lejos, perdido por ahí. Quizás es que yo ya desaparecí y no existo en ningún lugar. ¿Lo habré logrado? Habré dejado de vivir tanto, tan fuertemente, que sólo existo en los textos.
¿Yo seré una versión aguada, desexistencializada de mi mismo? Será que estoy desapareciendo poco a poco.
No me siento yo. Creo que he dejado de ser yo. Y si dejo de ser yo he dejado de ser.
Estoy perdido en un nubarrón de letras extrañas que no me quieren. Que me alienan rápidamente. El hecho es que yo ya soy solo algo que no esta. Soy un lugar vacío, soy un hueco. Ando caminando por el mundo como un hueco, soy aire. La gente me choca por la calle pero no se mueven. El mundo me lleva por delante y yo ya dejé de existir.
Estoy alienado. No soy yo. Si es que alguna vez lo he sido. No me río. No tengo sentimientos. Más que una leve sensación de que he perdido algo. Pero ya no sé que es. Si es que es a vos, o a vos, o a aquel, a mí, o a vos, o a tu voz.
Tal vez ya no soy nada. Si es que alguna vez fui algo. Siempre sabiendo que nunca fui todo. Ni para nadie ni para mí. Soy una manifestación del gesto de estar escondido. Soy ese que no sale. Soy el loco de las letras. Y ni siquiera alguien que escribe bien.
Me estoy perdiendo lentamente en mi mismo. Ya no soy yo. Ni siquiera para las personas soy Gastón. Soy G. Y ni siquiera para algunos soy G. A veces soy Suaznabar. O Wilmar. O más y más. Y me pierdo en ellos y dejo de ser. Yo ya no soy. Soy una máquina.
Sí eso. Soy una máquina que funciona para ellos. Para ellos solamente. A nadie le importa si yo soy feliz. Funciono para ellos. Soy la máquina cálida que nadie ve. Nadie posa los ojos en mí porque he perdido la sonrisa. He perdido la vida. Soy nada. Ando perdido en letras que ya ni siquiera son mías. La mayor parte del tiempo son ajenas. Ni siquiera mis ideas son mías, vienen predeterminadas y construidas por otras personas que no sé quienes son.
Y no tengo personalidad. La he perdido o la he dejado en algún lugar donde habita algún poeta cubano. Las plazas han visto mis lagrimas. Y cuando lloraba yo sabía que era algo. Ahora no tengo ni siquiera lagrimas que ofrecer.
Estoy perdido en mí. Ser o no ser. No es la cuestión. No hay interrogantes en eso. No soy. He dejado de ser porque el hacinamiento de las palabras es lo que mora en mi alma. Ni siquiera soy sujeto. Estoy desapareciendo lentamente.
Y otros, un montón gente como mosquitos con dengue, están esperando para tomar el lugar que he dejado vacío. Ese lugar que camina y ríe por las calles eternamente construidas y conocidas.
Por qué acaso cuando alguien (Si es que alguien) está leyendo esto, y no seré sólo eso: Letras. He desaparecido para ser esto. Letras. Ni siquiera importa si las letras son reales o no. Yo soy el sujeto que escribe. El sujeto que cita. El sujeto que está atrás. El sujeto que no es. El que no vive, el que desesepera. Soy el espacio vacío.
Otros viven mi vida y son ellos los que andan de bares en bares, viendo mujeres ajenas y corazones extraños. Son ellos los anarquistas que caminan entre mis ojos. Yo no los veo, ellos están en mí. Yo no estoy. Y cuando ando por las calles las muchachitas (Nunca muchachotas) se chocan con mi efímero cuerpo y no lo sienten. Soy aire.
He dejado de ser. He pasado a ser esto. Letras. Letras que pueden ser borradas como a las hojas en otoño se las lleva el viento. Desparareciendo de las miradas que escudriñan e intentar ver más allá de lo evidente. ¿Ese será él? Se dicen las pocas personas que en algún momento me conocieron y por los extraños caminos de la vida me han dejado de ver. Porque he dejado de ser.
Sin risas soy recuerdo. Soy letras que han quedados grabadas en algún papel. Y el fuego puede llegar a quemarme como un donoso escrutinio. El fuego pueden ser las llamas del infierno, Dite vuela arriba mío y sus alas me generan frío. Ese frío infernal tan dantesco. El fuego además de todo quema mis obras, quema los rastros de lo que fuí, lo que dejé. El fuego quema lo último que yo he tenido en vida. Y ya no soy. NO soy más. He perdido a mi vida, he perdido a mí.
Debería mirarme en los espejos. Tal vez es por eso que la gente, antes de terminar de desaparecer, me decía que estaba flaco. Estaba desvaneciendo. "Estas raquítico" o "Soy yo o vos estás más flaco" y era verdad nomás. Me estaba desvaneciendo ante sus miradas. Lo que yo era dejaba de ser y empezaba a no ser. A ser nada. Ni siquiera pienso, entonces ya no existo.
Si es que alguna vez existí. El genio maligno tiene sus planes para mí. Soy uno de muchos. Uno de tantos que han dejado de ser. Ni fue necesario una bala en la sien o una bañera llena de agua rojiza, el colorante de mis venas. Buscando arterias para generar obras de arte en las paredes. Chorreando expresionismo abstracto en las paredes blancas. Ni siquiera pude ser el nuevo Pollock de la sangre arterial.
Es que no soy. Es que he sido. Es que he dejado de ser.
He desparecido tal Mikel Martins, tal "El Malevo", tal tantos otros.
Y ahora ya no me ven.
Leo cosas que me duelen. Me matan los cuestionamientos. Por A o por B o por lo que sea. Yo estoy hacinado de vida, por eso me fui al campo. Desaparecido, abstraido.
Soy espacio. Soy vacío. Soy letras. Soy el fuego que me va a consumir. Soy mi propia ruina. Soy mi no-vida futura. Soy pasado. Soy presente. Mas no futuro.
Más, dame más para ver. Pero las letras se me acaban. Y cuando se me acaben las letras yo ya habré dejado de ser. Cuando las letras se acaben yo ya no seré.
Seré espacio.
Seré alguien que desaparecer.
Seré el vacío

SABRINA FISCHBERG dijo...

Genial Foucault! Siempre tratando de soltar al sujeto sujetado!

Oh, pero más genial tu escrito... El enlace de la cita con aquel.

Varios somos un poco de letras, un poco de vacíos, todos vamos a desaparecer.

De mientras, escribamos, materialicemos, salgamos de la nada! Seamos!

Creo q tu lo haces bien, a pesar de tus sentimientos de la fecha.

Besotones, Gastón!

(Yo escribía "G.", porque creía no saber su nombre. Ay, sentí culpa.)

Luna dijo...

Hace un tiempo escribí esto, creo que es adecuado para el tema:

Existir. Cuál es la medida de nuestra existencia?. Dónde van a parar los sueños que vuelco en palabras?. Los deseos que me hacen latir, que me movilizan, que me hacen vibrar, son tan ilusorios como yo?.

Nada es real, soy sólo una fantasía compuesta por letras encadenadas, a veces ordenadas, en un fondo de color con algún que otro accesorio.

Acá la tristeza son sólo ocho letras, combinación de vocales y consonantes. Afuera, en el mundo, la tristeza duele, invade, aprieta, amordaza, estruja, lastima.
Acá los besos no tienen sabor, no dejan huellas, ni marcas, no provocan ansias, no ilusionan, no llegan a los destinatarios, no dan celos, no tocan la piel, no humedecen, no duelen, no apasionan, no pecan, no son pocos ni demasiados, son estériles.

Sonrisas de fotolog, abrazos sin contacto, gracias en toneladas, nombres prestados, visitas condicionadas, saludos prefabricados.

La vida sin latido, sin respiración, sin pulso, sin temperatura. La vida en cristales de diecinueve pulgadas, resolución en pixels y calidad de color de treinta y dos bits.

Ser real. Estar viva. Sentir. Amar.



Saludos

Eclipse dijo...

yo me quedé pensando en "no cesa de desaparecer", ese no cesa... me dio la idea de intermitencia, porque si no cesa de desaparecer quiere decir que lo hace continuamente y para desaparecer cada vez, necesita antes estar, aparecer.
tu texto me dio mucha tristeza, ganas de abrazos, pero a la vez cierta empatía difícil de decir en palabras.
"me canso de mi nombre..." creo que todos los que escribimos sentimos en algún momento que no somos más que eso; palabras, cadenas de palabras. yo me cuestiono la finitud de las palabras y me asusto. me canso de mi nombre, de ser nomás un sonido, las canciones que me bautizan, vacío envuelto con diecisiete letras y las páginas amarillas que acaso me sobrevivan.
creo que te quedan palabras ajenas en las que vivís, en las que todavía existís y que deberías descubrir...