lunes, 6 de septiembre de 2010

CCCLXXXIX. Pessoa.

AUTOPSICOGRAFÍA.

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
sienten, en el dolor leído,
no los dos que el poeta vive,
sino aquel que no ha tenido.

Y así va por su camino,
distrayendo a la razón,
ese tren sin real destino
que se llama corazón.

Fernando Pessoa - Ficciones del Interludio.

1 comentario:

g. dijo...

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Una de las cosas menos-buenas de tener todo programado, se da con los poemas de Pessoa. Porque en casa este comentario vendría con la versión bilingüe.
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Tendría mucha más onda eso, ya que si el libro lo trae, porque no ponerlo acá también.
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Me gustan mucho los poemas de Pessoa que he leído. Creo, nomás, que me debe gustar Pessoa, ya sea en cualquiera de sus encarnaciones.
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He leído estos poemas y un par de nouvelles de él, me faltan muchas cosas. Pero lo que leí me gustó.
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El otro día encontré:
1- El nombre de soltera de Julia.
2- El apellido de Wilmar.
3- El nombre de Suaznabar.
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Salvo el tres, todo lo demás es comentable. El tres me lo llevo a la tumba.
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Pessoa es casi un personaje literario de sí mismo. Más allá de todos sus heterónimos, él mismo, él como ente, como autor, él es personaje.
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Algo así como lo que logró Pynchon con su negación de "persona", en su negación a "mostrarse". Sólo logró Pynchon "ser otro". Es un personaje más, al que tenés que tener presente al leer sus gigantes novelas.
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Es como cuando a veces se creen que yo soy Suaznabar, o Mariano, o Ulises o quién sea. Yo no soy nadie, yo soy otro. Yo soy todos ellos. Pero nunca Wilmar.
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