miércoles, 14 de abril de 2010

CCXCIII. Virgilio.

Hay dos puertas del Sueño, una de cuerno, por la cual tienen fácil salida las visiones verdaderas; la otra de blanco y nítido marfil, promorosamente labrada, pero por la cual envian los males a la tierra las imágenes falaces. Prosiguiendo en sus pláticas con su hijo y la Siblida, despídelos Anquises por la puerta de marfil, desde la cual toma Eneas derecho el camino hacia la escuadra y vuelve a ver a sus compañeros. Dirígese en seguida, costeando la playa, al puerto de Cayeta; allí echan anclas y atracan en la orilla.

Virgilio - Eneida.

2 comentarios:

g. dijo...

Tengo un menjunje en la cabeza que hace que las palabras me salgan cruzadas y llene todos los crucigramas.
A los cafés de un amigo se pierden mi querido afecto, y el recobeco de tus sueños es el pasillo del infierno.
La caída de la ciudad hace gran ruido al golpear el piso y mis afectos se levantan mirando el polvo de castillos sin sentido.
La canción desesperada espera algún sentido, la canción despesperada encuentra a su destino. La pasión que he olvidado no encuentra desatico y las palomas blancas se mojan en el altillo.
La murga desparrama desafinos y mi vida se siente un desatino. Encuentros fortuitos en camas extrañas se van de la mano con desayunos insipidos y tildes perdidos.
La mirada en tus ojos es lo que extraño, el calor de cintura y la guitarra en tu falda. Mi flandes perdido en el flamenco caído y las abstracciones de las penurias sin sentido relamido.
Las cosas que digo se han ido y las que se han ido vendran por mal camino. Las miradas intrusas en mi cuerpo desnudo se conjugan con los recuerdos de algunas y las canciones de otros.
Perdido en el sentido contramano, mirando el cielo gris y pensando que llueve. En los cielos oscuros no hay luna si hay nubes y si no hay nubes hay luna. Yo soy selenita sin ser troglodita.
No soy Eneas, Anquises, ni conozcó a Síbila. El sueño me puede, y es hermano de muerte.
Los que tengan esta noche duerman con su amada pareja y rodeen sus brazos en ellas. Sientan el calor del cuerpo y amen. Sientan el corazón que late fuerte con amor.
Y los otros sean canción desesperada y una moneda caída.

Eclipse dijo...

a veces el alma necesita un cuerpo que acariciar, dijo alguien.
esa persona que no nos deje ser canción desesperada o moneda caída, que nos señale la puerta de marfil, que nos deje anclar para siempre en un par de hombros, de ojos, en un latido constante.
y a veces uno lo encuentra por un rato.
y las otras veces?