- Expliquese usted más claro, señorita. No vale decir las cosas a medias.
Miguel de Unamuno - Niebla.
La Partida
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La novela, de título *La Partida*, era la historia de unos cinco días de
Gregorio Astley, un hombre de cuarenta años, viviendo de las regalías de su
prime...
Hace 9 años
2 comentarios:
Alucinaciones.
Inhala.
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A veces creo que ando caminando en el laberinto. Que el hilo no me conduce afuera y que adentro mío está el minotauro. El hilo está atado a vos, entonces nos alejamos y nos acercamos por cuanto vos te quedás quieta o yo corro más rápido que lo que haces vos. Entonces me acerco a vos porque sigo el hilo, yo no puedo ver nada, yo no oigo nada, ni pasos ni susurros. Me acerco mientras camino perdido por el laberinto, porque no veo tampoco. En mis manos siento el hilo y sigo el recorrido que me manda. Ese hilo de oro que resalta entre tanta oscuridad. A veces llego a verte, un poquito, un pedacito de tu cuerpo. En ese momento te grito hasta romper mis pulmones y siento como el hilo se aleja mientras estoy quieto. Entonces debo caminar. Y camino, siguiendo el hilo de Ariadna como si yo fuese un Teseo, perdido y nada heroico. Camino y te veo. Espero que te quedes quieta y yo llegue hacia vos. O que te des vuelta y emprendas el mismo camino que yo, desandando el hilo.
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Entre brumas terminé de leer Ulises/Perseo. Y me doy cuenta que cuando tenga un hijo, sea lectora mía o no, sea alguien que me puede ver ahora o no, o no sea nadie. Le voy a leer las historias de ese libro, antes de irnos a dormir. Me voy a sentar en una silla de madera antes de que se duerma, con pocas luces y él, o ella, bien arropado en su camita. Y les voy a leer una noche la historia de Ulises y otra noche la historia de Perseo.
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Te acercas, no hay nada más alrededor mío. Venís, tranquila y galante. Hermosa y principesca. Te acercas. Me ves y no te resistís. Caminas un poco más y me miras a lo ojos. En los ojos está el alma, en los ojos está todo, en los ojos se lee el libro de la vida. Y levantas tus manos hacia mi cara, la derecha acaricia mi cachete izquierdo y tu izquierda mi cachete derecho. Y las manos primero se posan ahí mientras no me dejas de mirar, examinar, reconocer, reescribir, conocer y alejar. Tus manos nunca dejan de subir y se pierden entre mi pelo, sentís entre tus dedos mi pelo largo y castaño. Jugas con los manojos de pelo, y te acercas a mi cuerpo. Vos, más pequeña, sos más grande ahora. Te acercas lentamente apoyando tu cuerpo en el mío, dándome calor. Tu cara se acerca a la mía, sin dejar de mirar a mis ojos. Tus labios se posan en los míos, sin besarme, sólo se quedan quietos allí. Me susurras palabras que no oigo, pero el status quo no dura demasiado. Me besas, primero abriendo poco los labios y luego sintiendo mi devolución te animas a más. El beso se termina y tu cara se divierte en mi pecho. Te presionas para no salir. Y te quedas ahí, armónicamente, sin que te quieras ir.
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Te digo: che, pienso hacer remeras de citas sin contexto. Y me respondes, para vender. Yo afirmo que sí con la cabeza. Tal vez podemos vender algunas en Palermo. Tal vez. Y cómo lo harás, me pregunta él. Le digo que no tengo la más absoluta idea de nada sólo proyectos.
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Pienso en cómo me golpeó el alma ayer eso. Y pienso que hay palabras que pueden clavarse como agujas al corazón y retorcerse sólo con su propio peso. Luego pienso en cómo me había molestado algo que había leído el jueves pasado, en cómo me había movido por malos caminos y búsquedas insufribles. Para luego darme cuenta que no tendría que haberme sentido así, sino que todo aquello era yo. Pero el dolor es grande cuando uno no se encuentra ni se busca. Y las cosas son buenas o malas, suceden.
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Hay anónimos que no conozco y hay anónimos que sí sé quien son. Saquen sus máscaras personas y muéstrenme su rostro, con pelos y ojos y nariz y orejas.
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¿Qué tan lejos, qué tan cerca?
Siempre es igual con todos.
Me rompe todo el coco.
¿Qué tan lejos, qué tan cerca?
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Exhala.
igual, cuidado.
a veces los rostros sin máscaras son los que más tardamos en reconocer o apreciar, aunque hayan estado siempre ahí.
la desnudez es es la concreción del deseo y no la búsqueda de la satisfacción del mismo. y todos sabemos que la búsqueda obsesiona más.
recuerdo que en este blog hay varias citas de Niebla.
quería recordar particularmente una y no pude, así que hice trampa y la busqué:
Vienen los días y van los días y el amor queda. Allá dentro, muy dentro, en las entradas de las cosas, se rozan y se friegan la corriente de este mundo con la contraria corriente del otro, y de este roce y friega viene el más triste y el más dulce de los dolores: el de vivir.
vienen los días y van los días. así.
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