En el momento de su formación, un Estado, como un batallón, es menos capaz de resistencia y es más susceptible, por consiguiente, de destruir. Se resiste mejor en medio de un desorden absoluto que en el instante de fermentación, en que cada cual se preocupa de su rango y nadie del peligro. Si la guerra, el hambre o la sedición se originan en tiempos de crisis, el Estado queda infaliblemente arruinado.
No es que no existan muchos gobiernos establecidos durante esas épocas tempestuosas, sino que esos mismos gobiernos anaquilan al Estado. Los usurpadores preparan o escogen esos periodos de turbulencia para hacer pasar, al abrigo del terror público, leyes destructoras que el pueblo no adpotaría jamás a sangre fría. Elegir el momento para la institución es uno de los caracteres más precisos que distinguen la obra del legislador de la del tirano.
No es que no existan muchos gobiernos establecidos durante esas épocas tempestuosas, sino que esos mismos gobiernos anaquilan al Estado. Los usurpadores preparan o escogen esos periodos de turbulencia para hacer pasar, al abrigo del terror público, leyes destructoras que el pueblo no adpotaría jamás a sangre fría. Elegir el momento para la institución es uno de los caracteres más precisos que distinguen la obra del legislador de la del tirano.
Jean-Jacques Rousseau - El contrato Social.