miércoles, 21 de junio de 2017

564. Hastings.

Entre tanto, el Kremlin estaba convencido de que Argentina, donde vivían 250.000 personas de habla alemana, constituía una de las principales bases del nazismo y, por orden directa de Stalin, el NKVD prendió fuego a la librería de habla alemana de Buenos Aires y perpetró una veintena de ataques incendiarios contra otras propiedades del enemigo. Se colocaron cargas explosivas en los almacenes de productos destinados al imperio de Hitler y a bordo de los barcos que los trasportarían. El FBI y la OSS compartían la paranoia rusa con respecto a Argentina y se sentían molestos por la interpretación que su Gobierno hacía de la neutralidad: cada vez que se arrestaba y encarcelaba a un número determinado de presuntos agentes nazis, se detenía también al mismo número de simpatizantes aliados. Las liberaciones se dictaban con una imparcialidad similar: cuando el gobierno militar de Argentina rompió relaciones con Alemania, algo tarde, en enero de 1944, fueron arrestados 116 agentes del Eje. La mayor parte, sin embargo, quedó pronto en libertad. El FBI manifestó su descontento: «Indudablemente, ya están trabajando otra vez para el Reich»

Max Hastings - La Guerra Secreta. Espías, Códigos y Guerrillas. 1939-1945.