La novela realista engaña lastimosamente, abstrae los hechos y deja el campo lleno de vacíos; les da una continuidad imposible porque lo verídico, lo que se calla, no interesaría a nadie (…) Lo único honrado sería decir: estas son fantasias más o menos doradas para que puedas tragártelas con comodidad
Pablo Palacio - Débora
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