Es un error creer que soñamos y fantaseamos de la misma manera que vivimos. Por el contrario, fantaseamos y soñamos lo que no vivimos, porque no lo vivimos y quisiéramos vivirlo. Por eso lo inventamos: para vivirlo de a mentiras, gracias a los espejismos seductores de quien nos cuenta las ficciones. Esa otra vida de mentiras que nos acompaña desde que iniciamos el largo peregrinaje que es la historia humana, no nos refleja como un espejo fiel, sino como un espejo mágico, que, penetrando nuestras apariencias, mostraría nuestra vida recóndita, la de nuestros instintos, apetitos y deseos, la de nuestros temores y fobias, la de los fantasmas que nos habitan. Todo eso somos también nosotros, pero lo disimulamos y nos negamos en nuestra vida pública, gracias a lo cual es posible la convivencia y la vida social, a la que tantas cosas debemos sacrificar para que la comunidad civilizada no estalle en caos, libertinaje y violencia. Pero esa otra vida negada y reprimida que es también nuestra sale siempre a flote y de alguna manera la vivimos en las historias que nos subyugan, no sólo porque están bien contadas, sino caso sobre todo porque gracias a ellas nos reencontramos con la parte perdida —Georges Bataille la llamaba la “parte maldita” de nuestra personalidad.
Mario Vargas Llosa - El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti
8 comentarios:
¡Menos mal que la comunidad civilizada no estalla en caos, libertinaje y violencia!
Gracias por esto!
Me gustó sobre todo la parte de los sueños y las fantasias, claro.
Qué sería de nosotros sin la ficción, sin esas otras vidas que nos permiten ser mosqueteros, princesas, cazadores o detectives.
Besos
Apasionante libro de Vargas Llosa.
Una buena cita sin duda.
Saludos
Prefiero decir que esa otra vida es de fantasías y no de mentiras.
Abrazo
Espejos mágicos en los que creemos reflejarnos y que nos resultan tan atrayentes.
Saluditos
Nada mejor que dejar volar la imaginación.
Saludos
Tengo mi parte maldita. Sí, la tengo. Y me ha enseñado muchas cosas. Me ha hecho más valiente.
Saludos, G.
José Roberto Coppola
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