- Aquí los periodistas no tenemos escuela -considera críticamente don Teófilo, otro veterano-. Llegamos a la mesa de noticias porque nos entrenamos haciendo versos, creyendo que con eso nos ganaremos la vida, si no la fama y la gloria, y terminamos escribiendo crónicas de desfalcos y descuartizamientos.
- Si repasáis la edición especial del medio siglo del periódico, veréis, en la sección Onomástica, el retrato de periodistas que descollaron como escritores. No lo indico para alentarlos, muchachos, sino para que os déis cuenta del tamaño de nuestra profesión y que así nomás es, cosecha su gente entre los que saben escribir porque son escritores natos o porque han cursado Letras. Por eso la bohemia -añade como conclusión don Federico- y por eso el acostumbramiento a la pobreza.
- Que las empresas explotan -aclara a su vez don Dúctil, que en sus tiempos, a pesar del nombre, fue anarquista-. Si ustedes fueran lecheros estarían en el Sindicato de Vendedores de Leche y se harían pagar un salario proporsionado a su capacidad y rendimiento.
En lo más ha quedado sugerida la idea de un Sindicato de Periodistas, eso de que siempre se habló, ero interrumpe desde su oficina la voz del jefe:
- Basta de charla. Tenemos que cerrar.
- Si repasáis la edición especial del medio siglo del periódico, veréis, en la sección Onomástica, el retrato de periodistas que descollaron como escritores. No lo indico para alentarlos, muchachos, sino para que os déis cuenta del tamaño de nuestra profesión y que así nomás es, cosecha su gente entre los que saben escribir porque son escritores natos o porque han cursado Letras. Por eso la bohemia -añade como conclusión don Federico- y por eso el acostumbramiento a la pobreza.
- Que las empresas explotan -aclara a su vez don Dúctil, que en sus tiempos, a pesar del nombre, fue anarquista-. Si ustedes fueran lecheros estarían en el Sindicato de Vendedores de Leche y se harían pagar un salario proporsionado a su capacidad y rendimiento.
En lo más ha quedado sugerida la idea de un Sindicato de Periodistas, eso de que siempre se habló, ero interrumpe desde su oficina la voz del jefe:
- Basta de charla. Tenemos que cerrar.
Antonio Di Benedetto - Sombras, nada más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario