No había nada que le gustara más que una avenida rectilínea. Una avenida rectilínea le recordaba el devenir del tiempo entre dos puntos concretos de una vida cualquiera; pero también otra cosa: que las ciudades rusas no era más que amasijo de casuchas de madera, a exepción hecha, claro está, de Petersburgo, que en este aspecto se diferenciaba palmariamente de todas ellas.
Andréi Biely - Petersburgo.
1 comentario:
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Dos novelas se me vienen a la cabeza al momento de hablar de libros que me partieron la cabeza este año de la veintena (Tengo el número en la cabeza) de libros que leí.
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Pálido Fuego y Petersburgo.
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Tengo tres gráficos hechos de esta novela. Están hechos a lápiz y en donde van los nombres están las iniciales. Pero los graficos son:
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A- El desarrollo de la novela con el centro de N.A.A. -iniciales-.
B- El recorrido del hatillo.
C- El recorrido de la carta.
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A- es la acción; pero B- y C- están relacionados entre ellos, y son el problema esencial de la novela.
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De fondo hay dos cuestiones en la novela. La Revolución Rusa de 1905 -previa ala Revolución de Octubre- y la ciudad de San Petersburgo -especialmente la Avenida Nevsky, calle Moika y las islas-.
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La cita es de muy al comienzo en la novela. Al principio la ciudad tiene más vida y luego, la vida que tenía la ciudad, se la van arrebatando los personajes y las acciones.
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El tiempo está quebrado en la novela. Son 10 días de acción. El narrador juega muy bien con las acciones. Quiebra los episodios en los capítulos, y va haciendo unas mamushka en donde a veces ves una parte y luego podes ver a la de adentro. El tiempo en la novela, es lineal, porque el tiempo es lineal. Pero el narrador lo quiebra a su antojo y nos muestra a nosotros las acciones que el quiere.
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El narrador sería otro personaje, el narrador juega también con el lector. Al hecho de esconder y recordar cosas en el camino. El narrador había perdido a Anna Pavlova en el camino, y la hace resurgir por el final. Y él te lo confiesa. Pero deja también algunos puntos grises, grises. Pero si estas despierto muchas hojas más atrás, con un suspiro, le da algo de luz.
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Está llena de juegos de palabras en ruso. Y la traducción es atinada al mostrarlas -en un hermoso cirílico-. Por supuesto, que en la distancia entre los idiomas los juegos de palabras se pierden.
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718 hojas en la edición de Akal. Una novela genial, escrita en 1913-14. Actual, pero en cierto punto está el quiebre -que también lo he leído en, por ejemplo, La Montaña Mágica- entre el Siglo XIX y el XX. En 1905, todavía había gente del XIX y muchos jovenes que son del XX. Se nota el quiebre entre unos y otros. Los paradigmas cambian, están los zaristas y los del Partido -sin nombre-. El quiebre en Rusia fue feroz, por muchas razones.
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O por lo menos así lo vi -leí- yo. Pero yo pongo las manos en el fuego por la genialidad de esta novela, y me pongo en la agenda, buscar nuevas novelas de este autor -Que estaba casado, encima, con una pariente de Turguéniev.
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Nada más por hoy. La cita de mañana, es GE-NI-AL -Hasta quebramos diptongo para eso.
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